El caminante lleva
la brisa y el viento
en sus botas deslucidas,
y en sus ojos de sueños,
una azul lejanía.
He caminado
desde mi alcoba nocturna,
hasta la cordillera.
Y en torrentes de viento,
por el “Camino del Indio”,
hacia los ángeles azules
de la Antártica.
He ejercido el vuelo
de mis piernas fantásticas,
por los altos caminos,
para escapar a la insania
de la ciudad eléctrica.
Pero en la sombra
de las calles sin alma,
también queda el amor
y la sed de los cuerpos,
para volver a los besos.
Crucé por los espejos
de la razón soberbia,
hasta la evidencia
del barro de mi cuerpo,
para recordar siempre que no somos eternos.
Y en este interludio
de gozos y de penas,
mi patria se ha tejido
en los puros acordes
del Absoluto-Música.
Olga L Betancourt
Lux. Primavera 2000